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jueves, 31 de marzo de 2016

TDAH



TDAH   TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD

Por: Psic. Judith Cisneros Espinosa


Hoy que está de moda hablar del Trastorno por Déficit de atención e hiperactividad es importante aclarar algunos puntos antes de dar categóricamente dicho diagnóstico.
En primer lugar, este tipo de trastornos es difícil que se puedan diagnosticar en edades tempranas porque es hasta que los niños ponen en práctica las habilidades cognitivas superiores  que se pueden diferenciar las conductas de un niño promedio a uno que tiene algún problema. Las conductas en edades tempranas pueden deberse al proceso mismo del desarrollo del individuo en donde elementos como la genética y la estimulación definen varios procesos, tales como, la edad en que empiezan a caminar o la edad en que comienzan a decir sus primeras palabras. Naturalmente, existen patologías desde las primeras etapas de vida y que están definidas por daños en los códigos genéticos,  o eventos específicos pre y post natales y que son evidentes tales como el Síndrome de Down o el Autismo o algún traumatismo o Parálisis cerebral.  Ante tal panorama es importante un diagnóstico acertado que integre todos los elementos del individuo, lo fisiológico, genético, familiar, social, cultural, escolar.
En segundo lugar, no es lo mismo tener “problemas atencionales” que “trastorno por déficit de atención e hiperactividad”. Vivimos en una época de sobre-estimulación sensorial, computadoras, videojuegos, luces, ruido, que tiene como consecuencia una sobre-excitación del cerebro. Las generaciones de los últimos 15 años están obligadas a procesar información más rápidamente que las generaciones del siglo pasado. La consecuencia evidente es que los niños requieren de actividades constantes y dinámicas para continuar con el ritmo de estimulación al que están habituados. Si en un salón o en casa no hay tal ritmo el cerebro del niño rápidamente se dispersará por el uso de los sentidos al que está bombardeado constantemente. El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad, es una falta de dopamina en una zona específica del cerebro llamada lóbulo prefrontal que es el encargado de funciones superiores, entre ellas, la atención. El niño muestra problemas para controlar impulsos, tiene trastornos del sueño y motores, problemas de memoria y labilidad emocional. Quien lo padece “no puede” –aunque quiera- aprender o mantenerse quieto. Así que, no es un asunto de educación, sino neurológico.
En tercer lugar, la personalidad del niño también es un factor importante. Siempre hay que preguntar si la conducta de la que se quejan los maestros y los padres es parecida a la que presentaban alguno de sus padres en la infancia. Hay elementos que se heredan y se van moldeando con la experiencia hasta que se diluyen y se personalizan. Mientras tanto, el niño tiene que vivir con lo que le fue otorgado para poder adaptarse a su entorno.

Por último, el TDAH, necesita la intervención de varias disciplinas: neuropsicología, neurología, psiquiatría, psicología, pedagogía, etc., para realizar un diagnóstico acertado, no basta la opinión o juicio del profesor solamente, ya que éste seguramente se encuentra en una perspectiva tendenciosa dado que tiene que lidiar con otros niños.  Se debe recordar que la homogenización en el salón de clases es lo imperante para no tener que individualizar la enseñanza. Y esta falta de integración se debe a incompetencias del profesor en cuanto a conocimientos del trastorno, a una inadecuada didáctica de clase o falta de motivación.
He aquí una orientación si se sospecha de un cuadro de TDAH:
1. Mantener la calma, no preocuparse sino ocuparse.
2. Preguntar con toda la precisión, al profesor  sobre las conductas o situaciones escolares que lo hacen sospechar del trastorno. Consulta la Escala Conners.
3. Ten presente toda la historia del menor, desde el embarazo hasta el nacimiento, sus etapas de desarrollo, el especialista seguro lo preguntará.
4. El diagnóstico acertado tiene que ver con entrevistas, observaciones del niño en distintos ambientes, revisión del desempeño académico y estudios de neuroimagen.
5. Empieza visitando al neurólogo, luego al neuropsicólogo.
6. Pide que te expliquen todos los procesos, no te quedes con dudas.
7. Acude pronto, el tiempo es primordial para la rehabilitación del trastorno. El cerebro entre más joven esté, mejor pronóstico tendrá.
8. No tengas miedo de darle medicamento. El paidopsiquiatra o el neurólogo pueden prescribir un medicamento que le permita conectar mejor sus neuronas como por ejemplo Metilfenidato. Si está bien diagnosticado, el medicamento estimulará su cerebro y notarás cambios inmediatos en su conducta impulsiva y desordenada. Pero si no está bien el diagnóstico, las conductas no cambiarán o serán diferentes, por ejemplo, se mostrará adormilado o menos reactivo, más irritable o con afectaciones en sus procesos cognitivos. No temas consultar. Visita al neuropsicólogo, ya que él programará una rehabilitación adecuada a las funciones cognitivas comprometidas y las que tiene intactas, promoviendo una adaptación más rápida y efectiva al ambiente escolar, social y familiar.
9. Asiste a grupos de apoyo o a terapia. La presencia de estos trastornos cambian las dinámicas familiares, tienen que cambiar hábitos, costumbres y poner más atención al menor.  Hablar de cómo se sienten y escuchar casos similares permite por afiliación común reducir el estrés y la ansiedad. Con menos ansiedad se piensa mejor y se previenen problemas entre las parejas y los miembros de la familia. En este punto es cuando terapéuticas como la Aromaterapia pueden ser de mucha ayuda. Es bien sabido que algunos aceites esenciales son ansiolíticos (Lavanda) y otros son estimulantes (Romero). Dependiendo del momento y los síntomas es que pueden utilizarse como complemento al tratamiento.
10. Por último, muestra paciencia, amor y tolerancia al niño. La emoción está intacta y una palabra negativa o peyorativa puede complicar el cuadro y crear resentimientos y traumas en él. El ambiente ya de por sí será hostil por su condición, el ambiente familiar tiene que brindarle seguridad y apoyo para poder tener una estructura mental fuerte. La Aromaterapia aquí también puede actuar a través del masaje o el reiki, utilizándolos para anclar emociones positivas. Y vía olfativa, resulta importante por las conexiones neuronales nuevas que pueden hacerse por asociación.
Conclusión.
El TDAH es un trastorno que afecta varias áreas del individuo, individual, familiar y social, incluidas la educación y aprendizaje. Por lo tanto, es altamente probable que otros procesos y subprocesos cognitivos se alteren como razonamiento, comprensión o funciones ejecutivas. He ahí la importancia de que sea tratado multidisplinariamente, se haga un buen diagnóstico y una adecuada rehabilitación.

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