TDAH TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E
HIPERACTIVIDAD
Por: Psic. Judith Cisneros Espinosa
Hoy que está de
moda hablar del Trastorno por Déficit de atención e hiperactividad es
importante aclarar algunos puntos antes de dar categóricamente dicho
diagnóstico.
En primer lugar,
este tipo de trastornos es difícil que se puedan diagnosticar en edades
tempranas porque es hasta que los niños ponen en práctica las habilidades
cognitivas superiores que se pueden
diferenciar las conductas de un niño promedio a uno que tiene algún problema.
Las conductas en edades tempranas pueden deberse al proceso mismo del
desarrollo del individuo en donde elementos como la genética y la estimulación
definen varios procesos, tales como, la edad en que empiezan a caminar o la
edad en que comienzan a decir sus primeras palabras. Naturalmente, existen
patologías desde las primeras etapas de vida y que están definidas por daños en
los códigos genéticos, o eventos
específicos pre y post natales y que son evidentes tales como el Síndrome de
Down o el Autismo o algún traumatismo o Parálisis cerebral. Ante tal panorama es importante un
diagnóstico acertado que integre todos los elementos del individuo, lo
fisiológico, genético, familiar, social, cultural, escolar.
En segundo lugar,
no es lo mismo tener “problemas atencionales” que “trastorno por déficit de
atención e hiperactividad”. Vivimos en una época de sobre-estimulación
sensorial, computadoras, videojuegos, luces, ruido, que tiene como consecuencia
una sobre-excitación del cerebro. Las generaciones de los últimos 15 años están
obligadas a procesar información más rápidamente que las generaciones del siglo
pasado. La consecuencia evidente es que los niños requieren de actividades
constantes y dinámicas para continuar con el ritmo de estimulación al que están
habituados. Si en un salón o en casa no hay tal ritmo el cerebro del niño
rápidamente se dispersará por el uso de los sentidos al que está bombardeado
constantemente. El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad,
es una falta de dopamina en una zona específica del cerebro llamada lóbulo
prefrontal que es el encargado de funciones superiores, entre ellas, la
atención. El niño muestra problemas para controlar impulsos, tiene trastornos
del sueño y motores, problemas de memoria y labilidad emocional. Quien lo
padece “no puede” –aunque quiera- aprender o mantenerse quieto. Así que, no es
un asunto de educación, sino neurológico.
En tercer lugar, la
personalidad del niño también es un factor importante. Siempre hay que
preguntar si la conducta de la que se quejan los maestros y los padres es
parecida a la que presentaban alguno de sus padres en la infancia. Hay
elementos que se heredan y se van moldeando con la experiencia hasta que se
diluyen y se personalizan. Mientras tanto, el niño tiene que vivir con lo que
le fue otorgado para poder adaptarse a su entorno.
Por último, el
TDAH, necesita la intervención de varias disciplinas: neuropsicología,
neurología, psiquiatría, psicología, pedagogía, etc., para realizar un
diagnóstico acertado, no basta la opinión o juicio del profesor solamente, ya
que éste seguramente se encuentra en una perspectiva tendenciosa dado que tiene
que lidiar con otros niños. Se debe
recordar que la homogenización en el salón de clases es lo imperante para no
tener que individualizar la enseñanza. Y esta falta de integración se debe a
incompetencias del profesor en cuanto a conocimientos del trastorno, a una
inadecuada didáctica de clase o falta de motivación.
He aquí una
orientación si se sospecha de un cuadro de TDAH:
1. Mantener la
calma, no preocuparse sino ocuparse.
2. Preguntar con
toda la precisión, al profesor sobre las
conductas o situaciones escolares que lo hacen sospechar del trastorno.
Consulta la Escala Conners.
3. Ten presente
toda la historia del menor, desde el embarazo hasta el nacimiento, sus etapas
de desarrollo, el especialista seguro lo preguntará.
4. El diagnóstico
acertado tiene que ver con entrevistas, observaciones del niño en distintos
ambientes, revisión del desempeño académico y estudios de neuroimagen.
5. Empieza
visitando al neurólogo, luego al neuropsicólogo.
6. Pide que te
expliquen todos los procesos, no te quedes con dudas.
7. Acude pronto, el
tiempo es primordial para la rehabilitación del trastorno. El cerebro entre más
joven esté, mejor pronóstico tendrá.
8. No tengas miedo
de darle medicamento. El paidopsiquiatra o el neurólogo pueden prescribir un
medicamento que le permita conectar mejor sus neuronas como por ejemplo
Metilfenidato. Si está bien diagnosticado, el medicamento estimulará su cerebro
y notarás cambios inmediatos en su conducta impulsiva y desordenada. Pero si no
está bien el diagnóstico, las conductas no cambiarán o serán diferentes, por
ejemplo, se mostrará adormilado o menos reactivo, más irritable o con
afectaciones en sus procesos cognitivos. No temas consultar. Visita al
neuropsicólogo, ya que él programará una rehabilitación adecuada a las
funciones cognitivas comprometidas y las que tiene intactas, promoviendo una
adaptación más rápida y efectiva al ambiente escolar, social y familiar.
9. Asiste a grupos
de apoyo o a terapia. La presencia de estos trastornos cambian las dinámicas
familiares, tienen que cambiar hábitos, costumbres y poner más atención al
menor. Hablar de cómo se sienten y
escuchar casos similares permite por afiliación común reducir el estrés y la
ansiedad. Con menos ansiedad se piensa mejor y se previenen problemas entre las
parejas y los miembros de la familia. En este punto es cuando terapéuticas como
la Aromaterapia pueden
ser de mucha ayuda. Es bien sabido que algunos aceites esenciales son
ansiolíticos (Lavanda) y otros son estimulantes (Romero). Dependiendo del
momento y los síntomas es que pueden utilizarse como complemento al
tratamiento.
10. Por último,
muestra paciencia, amor y tolerancia al niño. La emoción está intacta y una
palabra negativa o peyorativa puede complicar el cuadro y crear resentimientos
y traumas en él. El ambiente ya de por sí será hostil por su condición, el
ambiente familiar tiene que brindarle seguridad y apoyo para poder tener una
estructura mental fuerte. La Aromaterapia aquí
también puede actuar a través del masaje o el reiki,
utilizándolos para anclar emociones positivas. Y vía olfativa, resulta
importante por las conexiones neuronales nuevas que pueden hacerse por
asociación.
Conclusión.
El TDAH es un
trastorno que afecta varias áreas del individuo, individual, familiar y social,
incluidas la educación y aprendizaje. Por lo tanto, es altamente probable que
otros procesos y subprocesos cognitivos se alteren como razonamiento, comprensión
o funciones ejecutivas. He ahí la importancia de que sea tratado
multidisplinariamente, se haga un buen diagnóstico y una adecuada
rehabilitación.